miércoles

HAY ENSEÑAR EL OMBLIGO. Mis citas con Narciso

Yo soy Narciso, el escritor, el autoamante apasionado, artífice de lo efímero, símbolo de un tiempo que pasa angustiosamente y que, en cambio, nunca nos trae nada nuevo.
Vivo como un eterno condenado a amarse sólo a sí mismo, perspiguiendo sombras, reflejos, meras prolongaciones de mi fantasía ensimismada y deseo aclararme en voz alta algunas obsesiones que me rondan.
Intento llenar así mi tiempo y sentirme importante aunque tal vez no traiga ninlguna luz a la general confusión, pues hace mucho que dejó de importarme la verdad por sí misma. Mis reflexiones, vaya dicho por delante, no tienen como fin buscar la verdad, sino construir mi propia identidad como resultado de una fabulación, es decir, del mismo modo que se construyen, sin saberlo, todas las identidades.


[...]Quiero que mis monólogos empiecen hablando de mí mismo, aunque en ello hay más bien poca voluntad, pues, como se irá viendo, es eso de lo único de lo que me siento capaz. No pretendo conquistar con el lenguaje ningún territorio que se encuentre más allá de mí y no creo en la doctrina de que lo individual es inefable y de que el lenguaje sólo habla de lo común.

[...]Nada me parece tan deshonroso como el viejo y artero recurso de suprimir en apariencia el sujeto particular de un discurso para instalarlo después furtivamente, no como parte sino como todo, en el lugar absoluto de quien todo lo ve.


[...]Pertenezco a la antigua y eterna estirpe de los ensimismados, los hipnotizados por la superficie de las cosas e indolentes de corazón que jamás extendieron los límites del mundo más allá de lo quem veían sus ojos.


[...]Entonces advertimos nuestro estado de orfandad y descubrimos con dolor, que para bien o para mal, somos exclusivamente hijos de nosotros mismos.



Monólogos de Narciso (Summa retórica)
José Martínez Hernández

Callados como putas:

castígame con tu indiferencia.