martes

DIARIO (5) latencia

(ya hace un mes, ahora realmente está latente)


13 de agosto

Esa sensación de no poder asirlo todo. De caer con la noche. De que siempre hay estímulos, premeditaciones que fluctúan bajo la dermis, inasequibles pero dejando constancia de un desasosiego, una frase que se pierde al escribir. Algo que se deja de hacer, quizás ya para siempre. Ahora leo a Deleuze, es malo hacerlo antes de dormir. Me he estado planteando, mientras unos cabos se liberan y nociones nuevas se injertan, la necesidad de reflexionar un sistema. Engancho esta lectura menos afín a mi intuición que el primer diario (de Anaïs), más atravesada. Otra modulación, un continuo interrogatorio. Conversaciones instala espacios de meditación de muchas de mis ideas previas en su recorrido, el rigor transversal a la lectura es cuestionar cuáles son adquiridas y cuales son propias, y de todas éstas cuáles deben ser reformuladas. Es un libro especulativo. En sí una máquina de guerra.
Toda la superficie de mi pensamiento hendida por sus incisiones, una caterva de signos de interrogación agudos aún cuando no estoy siendo meticulosa en la lectura, tan sólo en pasajes imantados, que llegan a las pequeñas dársenas o grandes puertos de mi consciencia. También querría quedarme a vivir en este libro, es otra modalidad vital. Cada lectura estos días se convierte en una casa.

(...) El reino desde mi vuelta es para mi condición de mujer. La idea de que vivir este mundo como mujer es vivirlo más específicamente, en un foco más agudo -vagina-, quizás más lateralmente. Vivir en un aparte de existencia. Aquella noche en Granada sentí la gravedad de decir “siempre quise ser un hombre”. Este ha sido un presentimiento simultáneo desde que puedo recordar, mutante, superviviente. Ahora planteo su indispensabilidad: bordeo los límites de su herencia, de su naturalidad. Toda esa concepción de que la sensualidad femenina ha de ser adaptada constantemente a todo lo intelectual, reconciliada palmo a palmo. Esa impresión subyacente de que las mujeres no tenemos ojos, de que yo-mujer vivo ciegamente. 


Callados como putas:

castígame con tu indiferencia.