martes

A GRANDES RASGOS

No era desde luego nada de otro mundo
-nada floreado
ni puntiagudo ni exótico-
y la primera impresion era por defecto:
nadie diría que fuese desagradable
en sus medidas, en los ojos de piedra
convidados al espectáculo del mundo.
Y sin embargo era hermosa, tranquila-
mente iba socavando en los días
aquello que dicen
de las primeras impresiones.
Iba, desvariando en armonías
de redondez y hechura.
Diría con miedo de acertar
que en la luz adecuada cualquiera,
cualquiera podía enamorarse de ella.

1 tiro de piedra:

castígame con tu indiferencia.