martes
UN MOTOR DE DOS TIEMPOS explora vías de escape
aullido, ni en verso, umbilical
De repente pierde todo sentido seguir hablando con uno mismo, qué decir de tenerse una charla interesante. Gestas un narrador creativo, abrillantas la plata cada día. Luego sólo refleja más y más tu cansancio. Una idea divertida -la atesoras y te ríes bajo o la inviertes. Luego más, hasta forzar la maquinaria para reírte sola, para sacar a relucir una imagen que hable en la plata.
Brillante: conforme a alguna especulación sin memoria de su original. También ahora. Cualquier espejo carga con sus distorsiones, y ahí estás, hablando sola.
Buscar justificación, o mejor no pensar, no es autocomplacencia.
O cerrar los ojos fuerte y ver formas iridisadas.
Todo este lloriqueo oblicuo y espía. Echa de comer signos de interrogación a tus gallinas cluecas. Visualiza la tripa rota como una manguera que patalea furiosa. Lo llamas así, por llamarlo de algún modo. Lo llamas así por no dar un espectáculo. Escoges trozos de cuadros cubistas por recomponer la noche pero sabes que la noche es mejor en brazos de alguien, y por alguna razón nadie dice nada. También ahora: sigues hablando sola. Ahora cleptómana de imágenes y zalamera, pordioseando la entraña que asegure es natural sentirse sola en medio de la noche.
Buscar bolas de cristal como modos amables de refugio:
cápsulas del tiempo, drogas de diseño. Aquí
reventar las letras del nombre propio, granos en el culo.
¿Qué? No te atreves a gritar por no despertar a los vecinos. Por no agitar la piedra de la locura en tu cabeza -no se note su infantilismo, su tañido de sonajero. Por no dar un espectáculo es preferible el montón de baratija tipografía. Preferirías estar comiéndole la polla a alguien. Pero has espoleado una y otra vez los caballos blancos de todas las conversaciones y las sábanas azules.
Buscar castillos en el aire viciado del aliento. Subrayar los versos
vahídos en los cristales. Los cristales
de las bolas de cristal, de las burbujas de gas de la tripa
que ondea, los sólidos cristales del salegar
que ofrecer -estuve llorando y me acordé de ti-.
Algo parece superar la línea de flotación.
Te vas amurallando de metáforas, qué expresión tan elegante de cobardía. Bienvenida al pozo de los deseos, y cuidado con el perro. Si ya no te soportas gime como una puta o llora, di al fin que estás sola. Que echas de menos como era antes. Que has caído por tu propio peso, en tu misma trampa. También ahora, y todavía no es suficiente: ¿el resto de la noche sin criptografía? Planteas eliminarme y no parecer desquiciada. Nadie sabrá qué te guardas bajo llave: un gesto confesional tiene que ser lamentable, este exceso: exceder las formas buenas: claramente exagerar: excretar. Nadie sabe comportarse cuando ve llorar a otro. Cuando lo ve cagarse en todo casi nunca hay una respuesta apropiada.
Buscar gas, aliento, aire.
Sal, castillos, arena.
Humores, llanto, mar.
Aviones, jeeps, barcos de vela.
Callados como putas:
castígame con tu indiferencia.