sábado

CABO DE GATA #2

Ahora perfilamos esa intuición,
como un punto suelto en la urdimbre
dices, veníamos a este punto
y quizás siempre supimos
desde niños, el placer de la caída.
Ya buscásemos la costanilla más rizada,
si cogíamos veredas ceñidas muy sobre el mar,
sólo caminos precipitados, 
despeñaderos lúdicos: creo que
cavilábamos abismos parecidos.
Así instauramos la cicatriz,
con el hábito de la rodilla magullada
y el vientecillo por arriba del manillar
el juego se hizo costumbre.
Podíamos habernos partido la cabeza
y eso que era de nuestras madres, todavía
de ellas nuestras heridas.
Entonces nos llevaban de la mano a casa
tan lejos de este punto todavía.



Callados como putas:

castígame con tu indiferencia.