martes

TÉ CON PASTAS

Martes 27

Después de comer cronometro la medida exacta del purgatorio. Todas las buenas intenciones de la mañana caen ridículas en el patrón que les di antes del almuerzo. Se acaba el tabaco, además. Me quedo en blanco. Vienen la caballería de fantasmas de la siesta, del pasado verano y de las futuras navidades. La posibilidad de llegar a la caída del sol con la dignidad intacta adquiere dimensiones de hazaña épica. Mi estómago es incapaz de digerir la realidad y la comida de mi madre a un tiempo así que me quedo flotando tendida en el piso de arriba sin hacer nada. Para las sombras incendiarias de la persiana, que mal disimula el calor, soy presa fácil. Me hago la muerta. Desde las profundidades del salón dos plantas más abajo surge una ballena asesina me separa la cabeza del cuerpo, y ésta echa a rodar hasta la playa. O no.
O me quedo allí hasta que me puede no saber si es mi dificultad o tu ligereza emocional la que más me molesta. En cualquier caso temo. Tengo un agujero en la cabeza, un agujero en la cabeza y me voy a pudrir en la orilla.






Callados como putas:

castígame con tu indiferencia.