martes

CONSUMO DE ALUCINÓGENOS


Intenté hacerlo, tuve desazón recurrente por llegar las palabras adecuadas. Por si de algo sirve, ya no soy yo la persona que escribía, esa persona se murió sepultada en el diario de Anaïs Nin. Estimaba que habría mucha más vida, un florecimiento dentro de la literatura, pero las páginas de los siguientes tomos me disgustaron muchísimo por algunas razones. Puedo decirte que es una manera de vivir parasitaria -borgiana, tal vez- poblar libros en lugar de personas, y sobre todo cuidarse mucho de haber escogido otra piel de serpiente -la serpiente, se dice es símbolo de conocimiento- y dejar atrás un túmulo de letras de molde, cáscaras vacías de tinta.

Cuando uno coge el siguiente libro y se alimenta, es como si las manos, al tocar las páginas, tuvieran alguna reacción osmótica y los capilares absorben la tinta, hileras de tinta negra y oraciones discurren las venas. El inconveniente de esto es que nacen criaturas mestizas, de piel y papel, y de tinta y sangre, y aún sigue siendo un proceso alucinante. La sola reacción de interiorizar y luego expresar con tu vida un libro me parece un ejercicio similar a consumir drogas y a la creación: un estado de agregación y segregación. Al tiempo que con la lectura gestas un desprendimiento, una solución de ti, contigo misma -un personaje-, el propio desplazamiento al amoldarte a las guías, a las concepciones del libro, es lisérgico, embriagador como un caldo de cultivo. Se produce un desdoblamiento cuando eres tú, que aún consciente observas el proceso, y tú con un libro en la mano, un dios menor que escoge ideas y las combina, que se cobija en un estilo: bajo la lengua cálida del escritor se tumba, y hilvana una microbiología en el paladar, cuando subraya y anota una frase y se la chuta e indaga más, intenta un mundo constelado.

Pero, como digo, estas disoluciones de biblioteca, como la droga, son una alquimia pasajera y crean una dependencia. Los entes que nacen viven intensamente dentro de uno y se fugan a una muerte rápida, ¡como los replicantes! -¿recuerdas cuando decían en Blade Runner que una vida que brilla con enorme intensidad no dura ni la mitad de la vida humana?-. A efectos de creación son mestizos, hijos de dios menor que poliniza la literatura de otros hombres. Como máquinas endelebles, sólo algunos restos de su cadáver, que conservamos saturninos en el fuero interno, algunas veces para siempre en una frase, un concepto, tan sólo unas palabras, origamis los sobreviven. Una memoria relacional que se expande en el infinito.

5 tiros de piedra:

Lázarus

La única diferencia entre la literatura y la droga es que una de ellas tiene un gran problema de marketing. Mejor así, la atracción por la soledad o la literatura no seria tan poética si fuera muy habitual.

P.D: Asustas.

Anónimo

Cuesta menos meterse algo que leer. la gente no quiere leer porque asocian todo esfuerzo a sus trabajos coñazo..

maría simó

sí, x, nos dicen "lee, lee" y "no te drogues", "no te drogues". curioso.

jordim, lo bueno es que tampoco son excluyentes. leer es hasta cierto punto vocacional. creo.

Rai

Por todas esas razones yo nunca me tomo demasiado en serio ningún producto de nuestra cultura (y sobre entiendo que "yo" tb soy un producto de esa cultura).


saludos

Clara

Chutes y chutes.Los literarios te pueden llevar fuera o ser introspectivos los otros siempre vuelven a ese Yo.

BS

castígame con tu indiferencia.