martes
LA MADEJA
interior, ni en verso, umbilical
I
Pasamos una noche insomne leyendo de los premios Ig Nobel. Fue Dorian Raymer el que desarrolló esa reveladora teoría matemática según la cual cualquier cosa que pueda enredarse se enredará.
Este tipo es un genio y no lo sabe, dijiste.
II
Anda enroscado a cualquier parte
el cabo suelto de un poema, lo he visto
trepando tus piernas, aupándose sobre
tus rodillas, a tu cálido lecho
-viejo marchito, o tú, flor a deshoras-.
Lo he visto de esta guisa, igual
que una moneda,
rodando hasta la mesa de otro,
y me agazapo como una loca en pos
del cabo suelto del poema, la presa,
-se me ha caído una lentilla-,
que tú ya te has dado cuenta lo sé,
y me miras con reproche, al fin
y al cabo voy, como si se me fuera
un trozo de vida irrecuperable tras ello.
No entiendes que mañana
no conseguiré acordarme,
que la certeza de algo hermoso
se desvanece tan ligera
como si no importase
¡tengo que apuntarlo ahora!
debo contarle
a todo el mundo
el gran hallazgo en el sexo, en el periódico,
en el café, en la estación de trenes,
en el tráfico, en el pasamanos de mi escalera
y en la luz desmayada en su hueco, que te digo:
- ¡Es como el limbo!
y tú, harto de mi entusiasmo, has fijado
el ceño en el mohín del reproche,
-tus cejas se encuentran entre él
como placas tectónicas-, me dices
que la vida no está
en mi puñetero cuaderno, ni en el hueco
de la escalera, ni en un poema
sobre la necesidad de escribir
un poema, que con todos mis cabos sueltos
bien puedo hacerme un horca
y colgarme como otro poeta.
Y ya temo pensar en tu cara
cuando no pueda aguantarme las ganas
de enseñarte lo que he escrito.
1 tiro de piedra:
Maravilloso. Maravilloso. Maravilloso.
castígame con tu indiferencia.